El ácido hialurónico es un polisacárido con un alto poder de hidratación, redensificación y estimulación del colágeno que potencian su idoneidad en tratamientos innovadores aplicados a la oftalmología, la odontología, la reumatología, los trastornos ortopédicos, la oncología, la cirugía estética y la dermoestética.
Además, está presente en todos los tejidos vivos en estado natural y su molécula es idéntica en todas las especies, por lo que se trata de una sustancia compatible con todos los tejidos.
Aunque puede obtenerse de sustancias naturales, como la cresta de gallo, la aleta de tiburón o el cordón umbilical, actualmente es posible crearlo a través de técnicas de bioingeniería por un proceso de fermentación bacteriana, algo que ha supuesto una gran revolución en los tratamientos estéticos.
Aplicado periódicamente tanto por vía tópica como a través de inyecciones intradérmicas el ácido hialurónico estimula la regeneración del colágeno rellenando los tejidos blandos, corrigiendo depresiones de la piel como pliegues y arrugas o incluso remodelando partes del rostro.