· Elige el producto que necesita tu piel
Este paso es más importante de lo que pueda parecer porque el éxito de los tratamientos faciales estriba en una correcta elección de los productos.
Como ocurre con el retinol, la introducción del ácido glicólico, sobre todo si lo vas a emplear puro, debe ser paulatina.
Puedes empezar haciendo una prueba de sensibilidad en algún lugar de tu piel como el reverso de la muñeca para descartar cualquier tipo de reacción.
Sea como sea, comienza con una concentración baja y úsalo una vez por semana. Así tu piel irá acostumbrándose poco a poco y vas a poder ir aumentando la frecuencia de acuerdo con tus necesidades.
Nuestro consejo es que lo uses integrado en fórmulas equilibradas para hidratar, regenerar y purificar tu rostro como nuestro Limpiador facial micelar nutritivo, que elimina eficazmente las impurezas y potencia la regeneración celular incluso en las pieles más sensibles.