Las disfunciones fisiológicas o patologías cutáneas como la queratinización pueden estar implicadas en la deshidratación de la piel. En este caso concreto, la queratinización participa en el envejecimiento prematuro de la epidermis, propiciando la pérdida de líquidos.
Asimismo, factores emocionales como la ansiedad, el estrés o incluso el cansancio, pueden afectar a la salud de la capa hidrolipídica de tu piel.
Otras de las causas de una piel grasa deshidratada son las relacionadas con los malos hábitos de vida. Una alimentación desequilibrada y no sana o el abuso de sustancias tóxicas, como el alcohol y/o el tabaco, pueden dejar una huella muy negativa en tu epidermis.
De igual manera, la ingesta de ciertos medicamentos como algunos tratamientos para el acné, corticoides tópicos y ciertos anticonceptivos, pueden secar tu piel.
La edad es también un factor natural que favorece la pérdida de humedad, lo que explica que sea importante adaptar los tratamientos a cada etapa de la vida.